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Si hubo “fraude” en las elecciones de Nicaragua, ¿dónde están las pruebas?

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Por John Perry
Desde Masaya, Nicaragua

Los resultados oficiales de las elecciones celebradas en Nicaragua el 7 de noviembre indicaron que Daniel Ortega fue reelegido presidente con el 75% de los votos. Ese mismo día, el presidente Joe Biden de Estados Unidos calificó el escrutinio[1] de “pantomima electoral” y, en 48 horas, la Organización de Estados Americanos (OEA) elaboró un informe de 16 páginas[2] en el que exponía sus críticas.  Exigía la anulación de las elecciones y la celebración de otras nuevas, haciendo caso omiso de las normas internacionales y de la OEA que exigen el respeto a la soberanía de las naciones. Sin embargo, no contenía ninguna prueba de problemas en la propia jornada electoral que justificara sus objeciones. Los medios de comunicación locales e internacionales se apresuraron a respaldar las acusaciones de que se había producido un fraude generalizado.

Este artículo trata de identificar la base de estas acusaciones, examina las pruebas ofrecidas   y muestra por qué, en la práctica, es improbable que se produjera el fraude masivo que se alegó.

El proceso electoral, en resumen

Antes de abordar las acusaciones, veamos brevemente el proceso. Nicaragua ha desarrollado un sistema electoral que es probablemente uno de los más seguros y a prueba de manipulaciones de América Latina, con múltiples controles sobre la identidad de los votantes y la validez de las papeletas.[3]  Hubo 13.459 juntas receptoras de votos (JRV) con hasta 400 votantes cada una, en una operación en la que participaron unos 245.000 voluntarios y funcionarios en todo el país.

Jill Clark-Gollub ha descrito para el Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA, por sus siglas en inglés)[4] cómo funcionó ese día.  Brevemente, cada votante debió:

  1. Acudir a votar en persona (no hay voto por correo ni por delegación).
  2. Tener su cédula de identidad válida, con foto y firma.
  3. Estar inscrito en el registro electoral de local de votación, donde su nombre es marcado (en la mayoría de los casos este sistema está computerizada).
  4. Revisar su cédula de identidad con una lista impresa que contiene una versión reducida de su foto y su firma. Las personas firman encima para certificar que va a votar.
  5. Recibir una papeleta de votación, que es sellada y firmada por un funcionario antes de ser entregada (ver foto).
  6. Emitir su voto en secreto y depositar la papeleta en una urna.
  7. Recoger su cédula y marcar su pulgar derecho con tinta indeleble para demostrar que ha votado.
Una papeleta de voto es sellada y autorizada antes de ser entregada al votante (foto: Lauren Smith).

En cada JRV hay representantes de los partidos políticos (en Estados Unidos se llamarían observadores electorales de los partidos). Los observadores electorales están allí desde que se abre la JRV hasta que se cierra, lo vigilan todo, y al final del día también firman el acta de la votación. Al cierre del escrutinio se contabiliza el número de votos, en total y por cada partido, y los representantes de los partidos certifican los resultados. Las urnas se llevan a un centro de recuento central, acompañadas por agentes de la policía o del ejército, y cada caja se etiqueta para garantizar que no pueda ser manipulada o sustituida. El recuento en el centro debe coincidir con el recuento en la JRV, y esto es supervisado de nuevo por los observadores electorales. El recuento comienza a medida que se reciben las cajas y continúa sin interrupción hasta que se han procesado todos los votos.

A pesar de estas precauciones, los medios de comunicación internacionales y los grupos de la oposición que no estaban representados en la votación no han dudado en condenar el proceso. Por ejemplo, William Robinson, escribiendo para NACLA,[5] afirma que hubo “una ausencia total de salvaguardias contra el fraude”.  Los diferentes críticos hacen una o varias de estas acusaciones:

  1. Que se impidió a los opositores que se presentaran a las elecciones, y su participación habría asegurado la derrota de Ortega.
  2. Que el tamaño del electorado registrado fue manipulado a favor del gobierno.
  3. Que las encuestas mostraban que el gobierno era profundamente impopular, por lo que el resultado electoral debe ser falso.
  4. Que la alta proporción de votos nulos era un “voto de protesta” concertado.
  5. Que, después de que la oposición llamara a sus partidarios a la abstención, la mayoría lo hizo.
  6. Que el gobierno “sumó” un millón de votos a su favor.

Aquí mostramos las abundantes pruebas para rebatir estas acusaciones.

  1. Que “los posibles ganadores de las elecciones fueron excluidos”

“Después de ahogar metódicamente la competencia y la disidencia, el Sr. Ortega casi ha asegurado su victoria en las elecciones presidenciales del domingo, lo que representa un giro hacia un modelo abiertamente dictatorial que podría ser un ejemplo para otros líderes en toda América Latina” (New York Times, 7 de noviembre).[6]

La mayoría de los medios de comunicación internacionales ignoraron quién estaba en la papeleta y se centraron en cambio en las detenciones de figuras de la oposición a principios de este año, que supuestamente eliminaron toda la oposición efectiva. Las razones de los arrestos han sido tratadas por Yader Lanuza y Peter Bolton,[7] pero para explicarlas brevemente, fueron por violaciones de las leyes relacionadas con el uso indebido de dinero enviado a organizaciones sin fines de lucro, por recibir dinero de una potencia extranjera con la intención de socavar al Estado nicaragüense e influir en sus elecciones, y por buscar sanciones internacionales contra Nicaragua.

Pero en realidad, la papeleta incluía cinco candidatos que desafiaban a Daniel Ortega por la presidencia (ver foto). El NYT dijo, erróneamente, que todos “son miembros poco conocidos de partidos alineados con su gobierno sandinista”. Sin embargo, se trata de partidos históricos. Dos de ellos (el PLC y el PLI) habían formado gobiernos en los años 1990-2006, y en el caso del PLC en particular goza de un fuerte apoyo tradicional. El  Frente Sandinista ganó como parte de una alianza de nueve partidos legales.

Una papeleta de votación de León.

Independientemente de los argumentos sobre la validez de las detenciones, no hay ningún escenario plausible en el que, si alguno de los detenidos hubiera podido presentarse, hubiera acumulado suficientes votos para ganar. No sólo era improbable debido a las matemáticas (véase más adelante), sino también porque ni uno solo de los detenidos había sido elegido entonces como candidato. Los partidos de la oposición más recientes que podrían haberlos elegido eran incapaces de ponerse de acuerdo sobre cómo presentarse o a quién elegir, y ninguno tenía más programa que vagos llamamientos para restablecer la “democracia” y “liberar a los presos políticos”.

Sin embargo, según una encuesta de CID-Gallup de octubre,[8] el opositor más popular, Juan Sebastián Chamorro, tenía un 63% de apoyo popular. Veamos un posible escenario, suponiendo que se le hubiera permitido presentarse por uno de los partidos más nuevos:

  • Supongamos que, como consecuencia de su presencia, la participación electoral hubiera aumentado, alcanzando su máximo en las últimas elecciones (73,9% en 2011). Esto habría producido un total de 3.309.000 votos válidos, un aumento de unos 400 mil votos.
  • Supongamos que el voto de Ortega se hubiera mantenido igual, y que Chamorro hubiera ganado todos los votos no orteguistas, incluyendo todos los ganados por los otros partidos de la oposición: el voto total de Chamorro habría sido de alrededor de 1.200.000.
  • Sin embargo, aún habría quedado por debajo de Ortega por más de 800.000 votos.
  • Por tanto, para haber ganado, Chamorro habría necesitado convencer a más de una quinta parte de los votantes de Ortega (casi 440.000) para que se cambiaran de bando, a pesar de la profunda hostilidad hacia los Chamorro mostrada por la mayoría de los sandinistas.

En la práctica, por supuesto, era muy poco probable que Chamorro se presentara como único candidato de la oposición, no sólo porque tenía rivales de los partidos “tradicionales” de la oposición, como el PLC, sino también porque, incluso cuando se acercaban las elecciones, la nueva oposición estaba dividida en diferentes grupos que apoyaban a distintos candidatos potenciales. Una oposición dividida habría tenido aún menos posibilidades de ganar.

  1. Que “el tamaño del electorado registrado fue manipulado”

“Para poner sobre la mesa las cartas de la victoria electoral de Ortega, el CSE [Consejo Supremo Electoral] procedió a aumentar el registro del número de personas aptas para votar”. (Confidencial)

“…los expertos estimaron que el padrón de este año debería ser de al menos 5,5 millones”. (La Prensa)

La segunda acusación es que el padrón electoral de 4.478.334 potenciales votantes fue manipulado a favor del gobierno, aunque los críticos no se ponen de acuerdo sobre si el padrón fue inflado o reducido deliberadamente.

El sitio web de la oposición Confidencial argumentó que el crecimiento desde 2016 de alrededor de 600 mil personas con derecho a voto era inverosímil, y también era inverosímil que el 97% de los elegibles para votar estuvieran realmente registrados.[9]  Sin embargo, cuando el diario opositor La Prensa evaluó el tamaño del electorado registrado, su queja fue que era demasiado pequeño.[10]  Según su análisis, el registro debería haber tenido aproximadamente 5,5 millones de votantes, por lo que se supone que el gobierno pretendía eliminar a los votantes de las zonas donde tiene poco apoyo.

Cualquiera de las dos acusaciones tiene fácil respuesta. El crecimiento natural del tramo de población mayor de 16 años (con derecho a voto) explica aproximadamente la mitad del aumento del tamaño del censo.[11]  Tanto el Confidencial como La Prensa ignoran deliberadamente la enorme mejora en el registro de la ciudadanía desde 2016, de modo que casi toda la población adulta dispone ya de cédulas de identidad, necesarias para muchos trámites cotidianos, y que inscriben automáticamente al titular en el censo electoral. En lugar de ser inverosímil que el 97% de los ciudadanos estén registrados, como afirmaba el Confidencial, es un resultado previsto del sistema modernizado, que aspira a un registro del 100%. Esto significa que el registro ha ganado en precisión a medida que la campaña para extender el DNI a toda la población se acerca a su objetivo.

  1. Que “el gobierno es profundamente impopular, lo que contradice el resultado electoral”

“Una encuesta reciente mostró que el 78 por ciento de los nicaragüenses ven la posible reelección del Sr. Ortega como ilegítima y que sólo el 9 por ciento apoya al partido gobernante”. (New York Times, 7 de noviembre)[12]

Los resultados oficiales de las elecciones dan al gobernante Frente Sandinista el 71,67% de los votos, si se incluyen los votos nulos (75,87% si se excluyen). Esto es similar al 72,44% de votos obtenidos en las elecciones de 2016. El segundo partido, el PLC, obtuvo el 14% de los votos, similar a su cuota del 15% en 2016.

Las encuestas de opinión citadas por los medios de comunicación internacionales y la oposición pretenden contar una historia totalmente diferente. Según una encuesta de la empresa costarricense CID Gallup (que no forma parte de la organización internacionalmente conocida como Gallup), en septiembre-octubre solo el 19% de los adultos habría votado por Ortega si las elecciones se hubieran celebrado entonces, mientras que el 65% apoyaría a un candidato de la oposición. En una encuesta ligeramente posterior de CID Gallup, pagada por Confidencial, el 76% de los adultos encuestados dijo que la reelección de Ortega sería “ilegítima”; el nivel de apoyo de su partido había caído para entonces a sólo el 9% (es decir, unos 400.000 votos potenciales).

Los resultados de la encuesta CID Gallup sobre los niveles de apoyo a los diferentes partidos políticos son bastante desconcertantes. Mientras que un 68% de los encuestados dijo que era probable que votara, la gran mayoría (77%) afirmó no estar a favor de ningún partido en particular. Los niveles de apoyo a los partidos individuales eran, por tanto, ínfimos. El Frente Sandinista era considerado el más apoyado, pero sólo lo favorecía el 8% de los votantes, mientras que otros tenían un seguimiento aún menor. Los encuestados tenían la opción de elegir uno de los partidos supuestamente populares a los que se les impidió presentarse, pero éstos también recibieron un apoyo minúsculo: el 5% para CxL (Ciudadanos por la Libertad) y sólo el 2% para la UNAB (Unidad Azul y Blanco). Si se hubiera permitido a estos partidos participar en las elecciones, sus candidatos podrían haber sido alguna de las figuras supuestamente populares detenidas de antemano, como Juan Sebastián Chamorro.

Resultados de la encuesta CID Gallup del Confidencial.

Ninguno de los medios internacionales que citan la encuesta de CID Gallup cuestiona la credibilidad y consistencia de estos resultados. Tampoco mencionan nunca los sondeos de opinión, más regulares y más amplios, realizados por la empresa nicaragüense M&R Consultores, que dan una imagen muy diferente (ver gráfico). Sus resultados muestran a Daniel Ortega con un 70% de los votos, un porcentaje que había aumentado constantemente a medida que se acercaban las elecciones. M&R afirma que sus encuestas son más rigurosas, ya que cubren una mayor parte del país, con 4.282 entrevistas cara a cara, mientras que CID Gallup se basa en llamadas de teléfono móvil para sus 1.200 respuestas.

La última encuesta de M&R Consultores antes de las elecciones.

A la inverosimilitud de los resultados de la encuesta de CID Gallup se suma el hecho de que unos 2,1 millones de nicaragüenses, algo menos de la mitad de la población adulta, son militantes del Frente Sandinista, tras una campaña de afiliación realizada en los últimos dos años. Que menos de una cuarta parte de estos voten por el partido al que pertenecen parece, en el mejor de los casos, muy improbable. Los resultados de CID Gallup también implicarían, por supuesto, que nadie que no fuera miembro del partido apoyaría al gobierno, lo que también es muy improbable. Sin embargo, incluso el día de las elecciones, líderes de la oposición como Kitty Monterrey (a la que se le impidió presentarse) afirmaron con arrogancia que más del 90% de los votantes emitirían su voto contra Ortega.[13]

  1. Que los votos nulos “ganaron”

“Los votos nulos confirman la farsa de la reelección de Daniel Ortega” (titular de El Faro)

Debido a que la encuesta Gallup del CID parecía mostrar una alta proporción de votantes sin filiación partidista, ha habido un par de intentos de argumentar que el voto de protesta, es decir, la gente que anuló sus papeletas de voto, “ganó” las elecciones. Hay algo de verdad en esto, en el sentido de que la proporción de papeletas estropeadas fue notablemente superior a la habitual, en torno al 5%, en lugar del más típico 1-2%, y estas papeletas estropeadas adicionales pueden haber representado un “voto de protesta”.

El sitio web salvadoreño El Faro, que regularmente da una plataforma a la oposición nicaragüense, trató de mostrar “la fuerza de los votos nulos”. Tras afirmar que las abstenciones reflejaban una “tercera fuerza”, El Faro publicó un gráfico (abajo) que muestra cómo los votos nulos “superaron” a los partidos de la oposición.[14]

Gráfico de El Faro.
Fuente: Cálculos del autor basados en los resultados oficiales.

Sin embargo, una comparación adecuada entre el porcentaje de votos nulos y los obtenidos por los distintos partidos pone esto en perspectiva (ver gráfico circular). Como puede verse, la gráfica parcial que muestra El Faro da a los votos nulos mucha más importancia de la que merecen: sí, hubo más votos nulos que votos para algunos de los partidos menores, pero la proporción fue muy inferior a la ganada por el PLC y, por supuesto, por el FSLN. Los 161.687 votos nulos apenas muestran la “farsa” electoral, retratada por El Faro. Es de suponer que esperaban que sus lectores, al ojear la noticia y el gráfico, tuvieran la impresión de que el voto de protesta había “ganado”. Inadvertidamente, la historia de El Faro también socava la acusación (ver abajo) de que la abstención “ganó”. Si realmente fuera cierto que sólo votaron 850.000 personas, como afirma el bando de la abstención, los 161.687 votos nulos habrían formado una proporción improbablemente alta (19%) del total.

Otro enfoque para exagerar la importancia de los votos nulos fue el de La Prensa.[15]  En cada papeleta había cuatro opciones de voto, por lo que, según La Prensa, el voto de protesta fue cuatro veces el total real de votos nulos, alcanzando así “666.866”, en lugar de 161.687. Esto sugiere un grado de desesperación por parte de La Prensa en su búsqueda de formas de desacreditar la elección.

  1. Que la abstención “ganó”

“Una vez que las urnas se abrieron temprano en la mañana del domingo, algunos puestos electorales tenían colas mientras los nicaragüenses acudían a votar. Pero a medida que avanzaba el día, muchos de las JRVs estaban prácticamente vacías. Las calles de la capital, Managua, también estaban tranquilas, con poco para mostrar que una elección significativa estaba en marcha”. (New York Times, 7 de noviembre)[16]

Los resultados oficiales muestran que el 66% de los votantes registrados participaron en las elecciones, un nivel dentro del rango (61%-74%) de las tres elecciones anteriores. También es un nivel de participación similar al de las últimas elecciones en EE.UU. y el Reino Unido (que fueron ambas más altas de lo normal) y en el medio del rango de participación en las elecciones recientes de otros países.[17]

Los medios de comunicación internacionales lo ignoran en gran medida y citan la página web de la oposición Urnas Abiertas,[18] que afirma que el 81,5% de los votantes se abstuvo (ver gráfico).  En otras palabras, mientras que oficialmente votaron 2.921.430 personas (incluyendo los votos nulos), Urnas Abiertas afirma que la cifra real fue más bien de 850.000.

Sin embargo, Urnas Abiertas no aporta ninguna prueba de ello, salvo su supuesta encuesta de asistencia a una muestra de colegios electorales, que sólo se describe brevemente en unas pocas líneas de su informe de cuatro páginas.[19]  No ofrece ningún detalle técnico de su trabajo ni ejemplos de las JRVs que encuestaron. Descrito como “independiente” por el periódico derechista La Prensa,[20] Ben Norton muestra cómo Urnas Abiertas es una organización oscura con pocos seguidores y que es operada por conocidos partidarios de la oposición.[21]

Varios medios de comunicación de la oposición, como 100% Noticias, publicaron imágenes de “calles vacías” o de “colegios electorales vacíos” el 7 de noviembre, presumiblemente como prueba de que la campaña de la oposición para boicotear las elecciones había tenido éxito.[22]  Como es habitual, los medios de comunicación internacionales se hicieron eco de la noticia y, por supuesto, los partidarios de la oposición se dedicaron a telefonear a sus contactos en Estados Unidos y otros países para dar crédito a la historia.

Los medios de comunicación locales habían olvidado convenientemente una historia que cubrieron a principios de año. En julio, las autoridades electorales publicaron un censo electoral provisional, e invitaron a los votantes a verificar sus inscripciones y comprobar que estaban asignados al puesto electoral correcto. Este ejercicio fue apoyado masivamente[23] por 2,82 millones de votantes de los 4,34 millones posibles entonces registrados (el total registrado ha aumentado desde entonces en unos 130.000 al actualizarse las inscripciones).  Los medios de comunicación de la oposición, empeñados en mostrar supuestas anomalías en este proceso, mostraron también, sin quererlo, la magnitud de la respuesta que recibió del público, con vídeos de colas de personas esperando para verificar su voto.[24]  Lo más probable es que, habiendo acudido a la JRV para comprobar su derecho a voto, la gente volviera a acudir el 7 de noviembre para utilizarlo, y la similitud en el número de personas que hicieron ambas cosas confirma que así fue.

Las fotos de “calles vacías” y “JRVs vacías” eran, en cualquier caso, muy engañosas: es fácil hacer ese tipo de fotos, sobre todo en domingo, cuando los comercios y los colegios están cerrados, y especialmente a la hora más calurosa del día. Además, un simple cálculo de la asistencia probable a cada colegio electoral, abierto durante 11 horas con un promedio de 333 votantes potenciales y 216 que votaron realmente, muestra que habrían pasado por cada uno unas 20 personas por hora. Dado que cada persona sólo necesita unos minutos para votar, es obvio que las colas sólo se producían cuando llegaban grupos de votantes simultáneamente.

  1. Que “los sandinistas sumaron al menos un millón de votos”

“A la cantidad de votos reportados a favor de Ortega, el fraude del CSE [Consejo Supremo Electoral] añadió alrededor de un millón de votos extra”. (Confidencial)

Cuadro comparativo de los resultados de las elecciones de 2021 con las anteriores y con los análisis alternativos de los resultados de 2021 realizados por Urnas Abiertas y Confidencial. Hay que tener en cuenta que las elecciones de 2017 fueron para municipios, donde la participación fue menor y la gente era más propensa a votar a diversos partidos.

Los críticos sostienen que la abstención masiva significa que se crearon votos falsos, pero no se ponen de acuerdo en cuántos. Confidencial sugiere que fueron 1.069.225, mientras que la implicación de la “encuesta” de Urnas Abiertas es que los votos falsos ascendieron a 2.032.067. El Confidencial ha elaborado una tabla (véase más arriba)[25] en la que se comparan los resultados oficiales (CSE) con los suyos propios y los de Urnas Abiertas, añadiendo para su comparación los resultados oficiales de las elecciones anteriores  (al igual que con muchos de los otros gráficos de la oposición, uno sospecha que se da una precisión espuria a sus datos para hacerlos parecer más auténticos).

Se intentó fundamentar la acusación de fraude cuando la oposición hizo circular una imagen falsa de un formulario de escrutinio electoral “manipulado” antes de las elecciones, sugiriendo que se estaban preparando totales exagerados de votos para el 7 de noviembre.[26]  Resultó ser una copia de un documento de muestra, distribuido abiertamente por el Consejo Supremo Electoral en sus materiales informativos.

En la práctica, los obstáculos para la organización de esta escala de fraude pueden verse en la breve descripción ya dada de cómo se verificaron los votos el día de la votación. Es evidente que para crear entre 1 y 2 millones de votos falsos sería necesario que una gran parte de las 13.459 mesas electorales y 245.000 funcionarios participaran en un proceso de fraude de esta magnitud. Esto se debe a que el fraude tendría que comenzar en los puntos donde se emiten los votos, ya que si los votos falsos se hubieran creado de forma centralizada, la discrepancia con los recuentos de votos locales sería descaradamente obvia.

¿Es realmente factible que cada JRV (o la mayoría de ellas) creara hasta 200 votos falsos a partir de las entradas en su registro, utilizando formularios de votación en blanco, sellados como autorizados por los funcionarios, con el riesgo de que las personas reales relacionadas con esos votos se presentaran y descubrieran que ya habían “votado”? O, si se hizo después de cerradas las urnas, ¿no habría habido ninguna queja de los observadores electorales de los partidos rivales, y ninguna de las 245.000 personas implicadas habría filtrado la verdad sobre lo que realmente ocurrió, en un país tan chismoso como Nicaragua? La idea es absurda.

Mientras escribo esto, hace una semana que se celebraron las elecciones. No he podido encontrar ninguna prueba de fraude real (en lugar de especulaciones sobre el fraude) en ninguno de los principales medios de comunicación que apoyan a los principales grupos de la oposición.

La verdadera respuesta a las acusaciones

Si bien este artículo ha puesto de manifiesto la inverosimilitud de las distintas acusaciones, la verdadera respuesta a las mismas fueron las escenas en las calles el día de las elecciones y durante las celebraciones cuando se anunciaron oficialmente los resultados el 8 de noviembre. Mientras que algunos medios de comunicación retrataron calles vacías y JRV desiertas, había cientos de fotos (ver abajo, de Bilwí) que mostraban lo contrario.

Gente haciendo cola para votar en Bilwí (foto: Gerry Condon).

Muchos representantes internacionales que actuaron como acompañantes electorales confirman que las urnas estuvieron bien concurridas y que la gente habló libremente y a menudo con entusiasmo sobre el proceso, incluso los que se oponen al gobierno (véanse los informes de, por ejemplo, Roger Harris, Rick Sterling y Margaret Kimberley).[27]

Viviendo en Masaya, que había sido un bastión de apoyo a la oposición en la etapa de violencia de 2018, me sorprendió la respuesta al discurso del Presidente Ortega tras el anuncio del resultado: decenas de miles de personas salieron a las calles el lunes 8 de noviembre, especialmente en los barrios más pobres, ondeando banderas sandinistas e incluso sosteniendo fotos de Daniel Ortega. Aunque es evidente que una minoría se oponía a su reelección, también era evidente que la mayoría la apoyó.

 

John Perry es escritor y vive en Masaya, Nicaragua.

 


Fuentes

[1] “Statement by President Joseph R. Biden, Jr. on Nicaragua’s Sham Elections,” https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/11/07/statement-by-president-joseph-r-biden-jr-on-nicaraguas-sham-elections/

[2] https://twitter.com/OAS_official/status/1458059374077911051?s=20

[3] Ver el proceso aquí: http://www.tortillaconsal.com/tortilla/node/13116

[4] “Despite US led Dirty Campaign, Nicaraguans Came Out in Force in Support of the FSLN,” https://coha.org/despite-us-led-dirty-campaign-nicaraguans-came-out-in-force-in-support-of-the-fsln/

[5] “Nicaragua: Chronicle of an Election Foretold,” https://nacla.org/news/2021/11/08/nicaragua-election-ortega

[6] “Nicaragua Descends Into Autocratic Rule as Ortega Crushes Dissent,” https://www.nytimes.com/2021/11/07/world/americas/nicaragua-election-ortega.html

[7] “United States Once Again Attacking Government of Nicaragua,” https://afgj.org/nicanotes-09-23-2021; “Here’s what the corporate-owned media won’t tell you about the arrests in Nicaragua,” https://www.thecanary.co/global/2021/06/18/heres-what-the-corporate-owned-media-wont-tell-you-about-the-arrests-in-nicaragua/

[8] “CID-Gallup: Candidato opositor barrería a Ortega el 7 de noviembre: 65% vs. 19%,” https://www.confidencial.com.ni/politica/cid-gallup-candidato-opositor-barreria-a-ortega-el-7-de-noviembre-65-vs-19/

[9] “Chronicle of a massive and premeditated electoral fraud on November 7,” https://www.confidencial.com.ni/english/chronicle-of-a-massive-and-premeditated-electoral-fraud-on-november-7/

[10] “CSE publica Padrón Electoral definitivo que usará en la votación del 7 de noviembre,” https://www.laprensa.com.ni/2021/09/26/politica/2885887-cse-publica-padron-electoral-definitivo-que-usara-en-la-votacion-del-7-de-noviembre

[11] https://datosmacro.expansion.com/demografia/estructura-poblacion/nicaragua

[12] “Nicaragua Descends Into Autocratic Rule as Ortega Crushes Dissent,” https://www.nytimes.com/2021/11/07/world/americas/nicaragua-election-ortega.html

[13] “Más del 90% va a votar en contra de Ortega en las elecciones en Nicaragua, asegura opositora,” https://www.vozdeamerica.com/a/mas-del-90-de-la-poblaci%C3%B3n-esta-en-contra-de-ortega-kitty-monterrey/6303518.html

[14] “Los votos nulos confirman la farsa en la reelección de Daniel Ortega,” https://elfaro.net/es/202111/centroamerica/25834/Los-votos-nulos-confirman-la-farsa-en-la-reelecci%C3%B3n-de-Daniel-Ortega.htm

[15] “El voto nulo y el abstencionismo, los dos grandes ganadores en las votaciones,” https://nicaraguainvestiga.com/politica/65446-no-voto-abstencionismo-grandes-ganadores-votaciones/

[16] “Nicaragua Descends Into Autocratic Rule as Ortega Crushes Dissent,” https://www.nytimes.com/2021/11/07/world/americas/nicaragua-election-ortega.html

[17] “In past elections, U.S. trailed most developed countries in voter turnout,” https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/11/03/in-past-elections-u-s-trailed-most-developed-countries-in-voter-turnout/

[18] “Urnas Abiertas estima 81.5% de abstención en votaciones,” https://www.confidencial.com.ni/politica/votacion-plagada-de-violencia-politica-irregularidades-y-coaccion-del-voto-denuncia-urnas-abiertas/

[19] https://urnasabiertas.com/wp-content/uploads/2021/11/ENG-Nicaragua-2021_Election-Day.pdf

[20] “¿Qué hay detrás del 75 por ciento que se recetó Ortega como resultado electoral?,” https://www.laprensa.com.ni/2021/11/13/politica/2909124-que-hay-detras-del-75-por-ciento-que-se-receto-ortega-como-resultado-electoral

[21] “Debunking Myths About Nicaragua’s 2021 Election,” https://thegrayzone.com/2021/11/11/nicaragua-2021-elections/

[22] “Calles vacías en Managua, ante inicio de proceso de votaciones electorales,” https://100noticias.com.ni/galerias/18537/

[23] “Casi tres millones se verificaron para votar en Nicaragua, según Electoral,” https://www.swissinfo.ch/spa/nicaragua-elecciones_casi-tres-millones-se-verificaron-para-votar-en-nicaragua–seg%C3%BAn-electoral/46818586

[24] “Padrón con personas fallecidas, asedio y control del FSLN marcan verificación ciudadana en Nicaragua,” https://www.expedientepublico.org/padron-con-personas-fallecidas-asedio-y-control-del-fsln-marcan-verificacion-ciudadana-en-nicaragua/

[25] “Crónica de un fraude electoral masivo (y premeditado) el 7 de noviembre,” https://www.confidencial.com.ni/opinion/cronica-de-un-fraude-electoral-masivo-y-premeditado-el-7-de-noviembre/

[26] “La foto que muestra una acta de escrutinio electoral de Jalapa, Nueva Segovia, es falsa,” https://www.despacho505.com/la-foto-que-muestra-una-acta-de-escrutinio-electoral-de-jalapa-nueva-segovia-es-falsa/

[27] Ver por ejemplo: https://popularresistance.org/nicaragua-celebrates-democracy-election-day-report/; https://www.laprogressive.com/election-day-in-nicaragua/; https://www.blackagendareport.com/us-threatens-regime-change-nicaragua