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Honduras: ¿la hora de EE.UU.?

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July 27, 2009
By Carlos Chirinos
BBC Mundo

La crisis en Honduras ha reactivado la paradoja diplomática que suele caracterizar las relaciones de Estados Unidos con América Latina: si Washington se mete demasiado en asuntos de América Latina es criticado. Y si Washington parece desinteresado por los asuntos de América Latina, también.

Por estos días algunos esperan que Washington “haga algo” para desbloquear una situación que parece estancada y uno de los que más atento observa lo que hace Washington es el depuesto presidente, Manuel Zelaya.

Este fin de semana, tras su frustrado intento de ingresar por tierra a su país, Zelaya pidió al gobierno estadounidense que “se defina”, en el entendido que esa “definición” podría terminar de inclinar la balanza en contra del gobierno que encabeza el presidente designado por el Congreso de Honduras, Roberto Micheletti.

“Que (el gobierno estadounidense) deje de evadir el tema de la dictadura, que la enfrente con fuerza para saber realmente cuál es la postura de EE.UU. en relación a este golpe de Estado”, afirmó Zelaya en la frontera entre Honduras y Nicaragua.

Zelaya en Washington

Fuentes de la embajada de Honduras en Washington confirmaron a BBC Mundo que “esperan respuesta” de la carta que le envió Zelaya al presidente Barack Obama pidiéndole que se involucre más en la resolución de la crisis.

Incluso existe la posibilidad de que Zelaya viaje esta semana a la capital estadounidense para reunirse con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aunque fuentes diplomáticas hondureñas reconocieron que ese encuentro no está aún confirmado.

Aunque desde el primer día la Casa Blanca ha exigido la reinstalación de Zelaya en la presidencia, no le han gustado los dos intentos hechos por el depuesto presidente para regresar a su país. Piensan que dificultan las gestiones diplomáticas.

Poco, mucho, demasiado

Pero ahora que la diplomacia promovida por la Organización de Estados Americanos (OEA) parece estancada, muchos consideran que la clave de la solución de la crisis hondureña está en alguna oficina gubernamental en Washington.

“Estamos en un punto en el que lo simbólico es muy importante”, afirmó a BBC Mundo, Larry Birns, director del Consejo de Asuntos Hemisféricos, un centro de estudios latinoamericanos de Washington.

“Estoy poco contento con el hecho de que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, no haya retirado al embajador estadounidense de Honduras”, afirmó Birns, recordando que casi todos los demás países de la región rebajaron el nivel de sus delegaciones en Tegucigalpa desde los primeros días de la crisis a fines de junio.

Según Birns hay una actitud “poco clara” que impide al presidente Barack Obama tomar las medidas mínimas necesarias para garantizar el restablecimiento del orden constitucional en Honduras.

Presionar al portaviones

En los años 80, mientras las guerras civiles desgarraban a otros países de la región, Honduras fue considerada como el “portaaviones” estadounidense en América Central.

Las relaciones militares entre ambos países han sido estrechas. De allí que una de las medidas que tomó la Casa Blanca tras el golpe contra Zelaya fuera cortar el intercambio en esa área, pero algunos lo consideran una acción tenue.

No se trata tampoco de que Washington desempolve el “gran garrote” con el que a principios del siglo XX intervenía en la vida de muchas naciones centroamericanas y del Caribe.

“Los que han vivido condenando el Comando Sur toda su vida no querrán que se ocupe en esta ocasión”, aseguró en una reciente entrevista con BBC Mundo el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza.
Manuel Zelaya

Lo que algunos quieren es que Washington siga el ejemplo de la Unión Europea y corte el oxígeno financiero al gobierno de Micheletti.

EE.UU. sigue suministrando a Honduras financiamiento para el cumplimiento de las Metas del Milenio establecida por Naciones Unidas para la reducción de la pobreza, unos fondos que al calificarse de “ayuda humanitaria” quedan más allá de la coyuntura política.

Cortar remesas

La salud económica de Honduras depende de EE.UU. –país con el que hace el 52,4% de su comercio dentro del Tratado de Libre Comercio de América Central, según datos del Departamento de Comercio estadounidense.

Eso deja a Micheletti a merced de cualquier medida que pueda tomarse para interrumpir ese comercio.

“Ese gobierno no puede sobrevivir mucho tiempo. La economía es muy frágil. Su dependencia de recursos exteriores es muy grande. Su vulnerabilidad a la inflación es muy alta”, afirmó a BBC Mundo Larry Birns.

Además un cuarto del Producto Interno Bruto hondureño está conformado por remesas enviadas por ciudadanos en el exterior, el 90% de ellos residenciados en EE.UU.

Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo en 2008 esos envíos alcanzaron los US$2.300 millones, equivalente a tres cuartos de las exportaciones del país y sobrepasó tanto la asistencia internacional como la inversión extranjera.

La Oficina del Censo de los EE.UU. tiene registrados 375.000 hondureños aunque se estima que puedan llegar al millón, si se consideran los que no tiene autorización legal para vivir en territorio estadounidense.

Una herramienta adicional de presión sería impedir el flujo de remesas hacia Honduras, aunque eso implicaría grandes problemas para familias hondureñas de escasos recursos.


“Hemos hecho bastante”

“Creo que los EE.UU. ha presionado bastante”, afirmó a BBC Mundo” la representante Ileana Ros-Lehtinen, miembro del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense.

Ros-Lehtinen reconoce que la manera como fue sacado del poder el presidente Manuel Zelaya “no fue la correcta” pero no comparte la posición que ha asumido la Casa Blanca en contra del gobierno interino hondureño que encabeza Roberto Micheletti.

“Eso ignora todas las violaciones que cometió ese gobierno (de Zelaya). Violó la Constitución, violó las leyes ¿y de todas maneras lo vamos a restaurar en el poder? Yo creo que es una posición muy sencilla que no tiene validez porque no se puede considerar aisladamente”, afirmó la congresista republicana por el estado de Florida.

La congresista pertenece al grupo de quienes temen que trabajar por Zelaya sea respaldar a un amigo del presidente venezolano Hugo Chávez y por tanto favorecer la supuesta expansión de la llamada Revolución Bolivariana.

Muchos esperan que Washington resuelva esa ecuación entre lo diplomático, lo humanitario y lo geoestratégico, que lo ven como la prueba de fuego para esa nueva diplomacia hacia la región que ha ofrecido Obama.