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El gigante de la diplomacia en América Latina

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March 29, 2009
Excelsior
By Carmen Álvarez

Ni Brasil ni México son antagonistas de Estados Unidos ni del sistema mundial. La diferencia es que los cariocas ya están en las grandes ligas de la política exterior y que México perdió la brújula al servicio del Consenso de Washington que intentó usarlo como aliado contra América del Sur, opinaron especialistas consultados por Excélsior.

Brasil está jugando un papel histórico que no se veía desde hace 40 años en el mundo porque tiene la casa en orden mientras las potencias del Hemisferio Norte sufren una severa crisis económica.

“Va a poder decirle a Estados Unidos: Ésta es la crisis que ustedes crearon y ahora nosotros vamos a tener que ayudarlos a solucionarla”, dijo a este diario Sean Burges del Council on Hemispheric Affairs.

El autor de Brazilian Foreign Policy after the Cold War explicó que la eficacia del Ministerio de Relaciones Exteriores llevó a este país al liderazgo porque, a diferencia de Venezuela no se planteó romper el diálogo con las potencias del Norte ni se fijó la meta de cambiar el sistema que rige al mundo, se limitó a “transformar su geografía” comercial y política.

Su estrategia ha sido de largo plazo, más pragmática y sin la carga ideológica que le imprime Venezuela. Usa al sistema para arrancarle las oportunidades que le puede brindar mientras sigue consolidando alianzas con el Hemisferio Sur para así potenciar su poder de negociación en bloque.

Brasil descubrió que no obtendría resultados si esperaba que la oportunidad surgiera, y fuera aprobada por el norte, y se dedicó a crear la infraestructura de comunicaciones (líneas marítimas y aéreas directas a todos los continentes y vías de comunicación con sus vecinos) para que le compren sus productos nacionales de “valor agregado”. No sólo sus materias primas.

“Mientras tanto México se quedó atrás. Al BRIC, el grupo de potencias ermergentes integrado por Brasil, Rusia, India y China, le faltó la M de México”, dijo Humberto Hernández Haddad, ex cónsul general de México en San Antonio, Texas.

La política exterior de México perdió el prestigio y el peso que tenía porque en las últimas décadas la cancillería se fue convirtiendo en la Oficialía de Partes de los negociadores de los Tratados de Libre Comercio y en eco del llamado modelo neoliberal que se está hundiendo bajo la crisis económica más profunda en más de 60 años.

“Hoy Brasil es un país mucho más independiente y más orientado al mundo en desarrollo, en lugar de sólo mirar hacia Estados Unidos y a Europa”, subrayó Mark Weisbrot, director adjunto del Center for Economic and Policy Research de Washington.

Evidencia, subrayó, del notable cambio que está ocurriendo en la región con gobiernos cada vez más independientes que se van inclinando hacia la izquierda.

“Sudamérica es ya más independiente de Estados Unidos que Europa. El mismo gobierno del presidente Felipe Calderón también se está haciendo más independiente de la administración estadunidense. El equilibrio de fuerzas ha cambiado tanto que ya no se considera ventajoso estar tan cerca de EU. En unos diez años el mundo será muy distinto. Es un acontecimiento histórico que no creo que se vuelva a repetir jamás”, añadió Weisbrot.

Burges, considerado como el mejor experto en política exterior brasileña, recordó que Brasil jugó un papel de pivote en el colapso de la Reunión Ministerial de la OMC en Cancún al coordinar una posición conjunta que exigía una profunda liberalización del comercio agrícola antes de turnar la discusión a los asuntos que presentaba Singapur en esa cumbre.

Incluso señaló que fue precisamente allí donde Brasil proyectó de manera decisiva su liderazgo regional e internacional al coordinar al Grupo de los 20 y repetir el éxito alcanzado frente al Grupo de Río para consolidar una posición unida desde antes de la Cumbre de Miami que lanzó la ahora fallida propuesta estadunidense de un Acuerdo de Libre Comercio para las Américas.

“Fue uno de los ejemplos más exitosos de la formación de una coalición en la historia”, comentó en su momento Celso Amorim, actual ministro de Relaciones Exteriores de Brasil.

En opinión de Burges uno de los factores del éxito de ese país en las grandes ligas de la política mundial es la gente que ha venido diseñando las estrategias de política exterior que Brasil fue adoptando de manera sostenida desde la gestión de Collor de Mello.

Estrategas, dijo, como Marco Aurelio García, Samuel Pinheiro Guimarães o Luiz Felipe Lampreia que se allegan las herramientas necesarias para hacer sus análisis como la misma teoría marxista en un ministerio de Relaciones Exteriores plural con vocación multilateralista no bilateral.

“El hecho de que el presidente Lula fue el tercer líder que se reunió con el presidente Barack Obama indica que Estados Unidos está brindando mayor atención a Brasil”, dijo Riordan Roett, especialista del tema en la Universidad Johns Hopkins.

Porque la estructura internacional del proceso de toma de decisiones está cambiando y los países del BRIC inevitablemente van a jugar un papel más importante. “La crisis financiera de EU está reduciendo la influencia de la administración Obama”, añadió.

Y elevando la importancia de la administración de Lula quien además dirige una potencia energética mundial, recordó el investigador mexicano Juan Ramón Jiménez, autor del reporte Petropol,

“Además de que Brasil es una potencia mundial en biocombustibles ahora que la administración Obama se comprometió a la reconversión de su agonizante industria automotriz para producir una variedad de vehículos híbridos, donde el etanol va a jugar un papel central”, dijo Jiménez.

Sin olvidar, recordó Roett, sus recientes descubrimientos de yacimientos de petróleo y gas que le darán una creciente influencia internacional.

“El nuevo jugador importante es China, pero el reciente acuerdo entre Brasilia y Pekín con inversión china en Petrobras y suministro garantizado de petróleo para China es un buen indicador de lo que podemos esperar en el futuro”, añadió el académico de Johns Hopkins.

Por si fuera poco, en el plano económico el presidente Lula da Silva está calificando la crisis como “un catarro”. Mientras tanto la potencia sudamericana sigue trabajando con el sistema mundial para abrir las oportunidades que están disponibles y asegurarse de tener voz en ese ámbito.

“Si se piensa en términos claramente capitalistas, Brasil quiere vender sus exportaciones de valor agregado. ¿Dónde está su mercado más inmediato para sus productos industriales? En Sudamérica, entonces tiene que tener aliados allí”, explicó Burges.

Y si pretende hacer reformas en la OMC, abundó, también debe tener aliados.

“Más de las dos terceras partes de los miembros de la OMC son países del sur. Tan sólo piense en lo que son las Naciones Unidas”, enfatizó.

Porque, advirtió Tom Loudon de Alliance for Responsible Trade requiere un esfuerzo conjunto porque los países industrializados no van a ceder. Van a exigir la apertura del sector de servicios, salvar a sus bancos y los grandes salarios de sus banqueros, mientras en EU no se dice nada para bajar el gasto militar.